Hoy os quiero contar una historia que refleja esta frase
Había dos leñadores, un joven y otro mayor, que decidieron participar en un concurso para ver quién podía cortar más árboles en un solo día. El leñador joven estaba lleno de energía y se lanzó a cortar sin parar desde la primera hora, mientras que el leñador mayor, experimentado, se tomaba descansos regulares.
El joven leñador pensaba que estos descansos eran una pérdida de tiempo y que le darían ventaja, pero al final del día, el leñador mayor había cortado muchos más árboles, que el joven.
Cuando el joven leñador le preguntó cómo era posible que hubiera cortado tantos más si él había trabajado sin parar, el leñador mayor le respondió: “Durante cada descanso, yo afilaba mi hacha”.
La moraleja es clara: La pausa para el descanso y la preparación estratégica nos permiten ser más efectivos que el trabajo constante sin descanso. No siempre se trata de cuánto esfuerzo ponemos, sino de cómo lo aplicamos.